Con la llegada del último trimestre del año, no son pocas las empresas que muestran su desconcierto hacia la anunciada llegada de fondos europeos Next Generation UE; en parte, porque el desconcierto es generalizado ante las numerosas dudas y preguntas que cada día seguimos sin poder contestar:
-¿Cuál será el próximo PERTE?, ¿aeroespacial, agroalimentario, salud?. ¿Qué ha pasado con el PERTE del sector naval, por cierto…?
-¿Cuáles van a ser las intensidades de estas ayudas, se seguirá la estela marcada por el PERTE del coche eléctrico?
-¿Cuándo pondrá Hacienda en marcha el anunciado registro de entidades interesadas en los PERTE que debería existir desde marzo?
-¿Se van a seguir “sobre dotando” convocatorias ya existentes para canalizar la llegada de Fondos?, ¿qué pasa si en octubre no da tiempo a evaluar todas las propuestas ya presentadas a las diferentes líneas y no da tiempo a que en noviembre el dinero sea ingresado a las empresas para que empiecen a ejecutar los proyectos?
-¿Qué sentido tiene que ahora Nadia Calviño conmine a que las Comunidades Autónomas le señalen qué proyectos son estratégicos en sus territorios para hacer una selección “rápida”?
En parte, el desconcierto también se debe a que debemos rendirnos a la evidencia: el periodo de inicio de los proyectos definido desde la UE es 2021-2023, nos encontramos en octubre y al recaer la gestión de la llegada de estos Fondos en una comisión interministerial, no parece que nadie esté asumiendo como propio este problema. No puede ser que, una vez más, nos encontremos ante una oportunidad perdida porque no tenemos margen a la dejadez o la desidia; es más, la realidad es tozuda y parece querer dejar de manifiesto de manera continua los innumerables retos a los que nos enfrentamos como sociedad. ¿Dónde están los fondos para que se termine de desarrollar la vacuna española contra el COVID?, ¿ dónde hay fondos para que podamos desarrollar una tecnología que permita mejorar la comunicación entre islas, cuando las emisiones de un volcán ponen en serio riesgo las operaciones aéreas?, ¿ cómo financiamos el reto de limitar nuestra dependencia de las energías fósiles y de la electricidad, cuándo cada día batimos récord de coste del kw/hora?, ¿ cómo desarrollamos tecnología que permita redistribuir población y acabar con la mal llamada España vaciada?…y así, muchas otras cuestiones que requieren en definitiva de invertir en proyectos de I+D+i, que puedan ser ejecutados por empresas intensivas en tecnología que requieran de trabajadores cualificados, y que en definitiva esos avances repercutan en una sociedad que tendrá más y mejores recursos a su disposición.
Se acaba el año, y todos los actores implicados en movilizar la maquinaria que supondría la llegada de los anunciados Fondos aguardan impacientes a que las expectativas generadas no se vean defraudadas. Si queremos tener respuesta a alguno de los retos que hemos enumerado, es imprescindible que empecemos a movilizar los Fondos; el premio, ni más ni menos, es nuestro futuro como país.